“Padre Mío, en tus manos pongo mi espíritu” Lc. 23,46
El pasado lunes escuché una enseñanza sobre el descanso en el Espíritu que concluyó con esta preciosa oración de san Charles de Foucauld, quién fue militar, explorador, geógrafo y finalmente sacerdote trapense. Murió asesinado en la puerta de su ermita en el Sahara argelino en 1916.
En una de sus meditaciones, en el año 19896, Charles trató de unirse a la oración de Jesús en la cruz y de ahí salió esta oración.
Padre mío,
me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.
Lo que hagas de mí te lo agradezco,
estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo.
Con tal que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas,
no deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi vida en Tus manos.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
porque te amo,
y porque para mí amarte es darme,
entregarme en Tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tu eres mi Padre.
me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.
Lo que hagas de mí te lo agradezco,
estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo.
Con tal que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas,
no deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi vida en Tus manos.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
porque te amo,
y porque para mí amarte es darme,
entregarme en Tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tu eres mi Padre.